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La nostalgia en el fútbol uruguayo

Posted by sergiopalay en agosto 21, 2012

Resulta común en estas fechas en que la Nostalgia está en boca de todos recordar algunas cosas pintorezcas de la historia del fútbol uruguayo.
No pretendemos ser nada originales. A modo de ejemplo basta con leer un par de buenas notas del Pato Bassorelli el año pasado en el Diario La República, ojear la columna de Willy Viola en el suplemento Ovación del Diario el País o simplemente escuchar al Dr. Alfredo Etchandy como a diario evoca cosas del pasado en Quiero Fútbol.
Pero igualmente bien vale repasar recuerdos de situaciones que ocurrían antaño y que ahora ya no vemos tan comúnmente …

La barba, los atletas y la ropa
Si nos centramos en el look físico de los jugadores seguramente el cambio más significativo sea probablemente la barba o el bigote. Ya no quedan esos hombres del estilo Hugo De León o el Indio Olivera que con sus caras tupidas y desprolijas infundían respeto ya desde el arranque. Todo lo contrario, el jugador cuida cada vez más su aspecto personal, y cuando no lo hace simplemente se debe a una de las tan conocidas cábalas para continuar con una racha ganadora.
En cuanto a los físicos los jugadores se han pulido bastante. Ya es poco común ver hombres entrados en kilos que igualmente desparramen talento por las canchas. Aunque es cierto que la indumentaria deportiva y el no existir aquellos shorts cortitos y apretados por ejemplo o las camisetas pegadas al cuerpo, ha ayudado bastante. Hasta los goleros han dejado atrás aquellos pantalones largos para pasar a lucir, a excepción de por los guantes, como un jugador más.

Los sponsor deportivos

Si observamos videos o fotos de partidos de las décadas del 60 y 70, por ejemplo, notaremos que las camisetas no tenía sponsors. Recién a mediados de la década del 80 primero con ANDA y luego con Wolkswagen en los grandes y Lee en Defensor o Danubio aparecen las propagandas que rápidamente fueron asimiladas por todos los equipos.
En cuanto a las pelotas e indumentaria era común por ese entonces comprarse una pelota Cubilla para «hacer goles de maravilla» o regalarle a los niños unos Parabiaguito para que jugaran al Baby Fútbol. Yendo más atrás en el tiempo es común escuchar a los más veteranos hablar de las viejas pelotas de cuero esas, con el pincho bien saliente  y que si se mojaban eran dificilísmas de levantar y ni que decir de cabecear.

El escenario también tuvo cambios

El propio Estadio Centenario, casa mayor de nuestro fútbol, también evolucionó. Podemos citar por ejemplo la desaparición de la cancha de básquetbol de la tribuna Olímpica como uno de los más significativos, pero no el único.
A principios de los 80 dejó de estar el viejo reloj de la Olímpica, punto de encuentro de los aficionados antes de entrar a ver el espectáculo.
Los hechos de violencia terminaron por dejar inhabilitados (muy de vez en cuando se hacen excepeciones) los taluds, ese lugar en el que podías vivir en la misma tarde la emoción de observar la jugada casi como un protagonista si se daba en tu arco y la desesperación de no saber que estaba pasando si la pelota estaba cerca del arco de enfrente. Incluso los propios placares de la Amsterdam y Colombes tuvieron su evolución. Antes de llegar a la sofisticada pantalla de hoy en día, supimos tener un placard que mostraba todos los resultados de las otras canchas modificados a mano, o ver al moreno de CCE invitándonos a jugar al Atari, o mirar como el luminoso encendía sus lámparas amarillas para formar la imagen de un jugador (confieso que a mi gusto el dibujo era muy parecido a Morena) gritando un gol en aque recordado tablero que zucumbió en el famoso temporal de 2005.

Y ni el juego se salvó del paso del tiempo

Y del juego que decir … la posibilidad de hacer cambios, las variantes tácticas, las tarjetas amarillas y rojas, la prohibición de pasarle la pelota al golero y que este la tomase con la mano, y la casi desaparición del defensa que bajaba a hacer el saque de meta fueron simplemente algunos de las variantes que se presentaron en un juego que aún hoy como desde hace muchos años discute que hacer con el «orsay», si se tiene que sacar o no los «oubol» con el pie o si hay que agrandar el arco para que se conviertan más goles.

Las figuras
Y en cuanto a jugadores, los nostalgiosos recordarán como los cracks de otras partes del continente llegaban a nuestro fútbol a ser figuras. Spencer, Artime, Joya, Elías Ricardo Figueroa, Manga, Nacho  Prieto, eran simplemente ejemplos de jugadores que en lo mejor de sus carreras arribaban  a los grandes para jugar todos los domingos. Hoy, en contrapartida, muy de vez en cuando aparece un jugador de estas características y si lo hace es en el final de su carrera (casos recientes de Chilavert y Gallardo por ejemplo). Párrafo aparte merecen las nomenclaturas de las posiciones, de como el «jas» pasó a ser carrillero y como por ejemplo el «ba» se convirtió en zaguero   son misterios que únicamente se explican en la teoría de la evolución futbolística.

¿Y el hincha?
En los tiempos que los hinchas compartían tribunas sin inconveniente no era tan común ver tantas camisetas como ahora. No existían banderas gigantes (las barras recién aparecieron en la década del 80 y ocupaban un pequeño sector de la Amsterdam) y los cánticos no eran constantes.
No había butacas, zonas de exclusión, pulmones  y la Policía se limitaba a sus asuntos sin sugerir nada que rozara lo deportivo.  Las familias concurrían al estadio y precenciaban el juego entre cafés del Sorocabana y chorizos de El Galleguito.
Ir a ver fútbol por placer era mucho más común. Muchos hinchas de un grande iban al otro día a ver al tradicional rival por las figuras que ponía en el campo. Hoy y aunque Forlán jugará de un lado y Luis Suárez del otro difícilmente albergaríamos hinchas cruzados en el Centenario, aunque seguramente si lo harían por TV.  Si por TV, esa que hoy por hoy te permite ver las reiteraciones de las polémicas una y otra vez y que ha matado las viejas discusiones de boliche, esas que hoy por hoy terminan revisando las jugadas en youtube y gracias a un smartphone …

Hasta los niños cambiaron
Y hasta los propios botijas tenían una relación diferente con el fútbol. Antes no lucían camisetas extranjeras (algo que por suerte se ha revertido bastante en los últimos dos años) y no jugaban al PlayStation o juntaban las figuritas del álbum de la Champions (en el 87 u 88 a Madjer y Romario,  figuras del Porto y el PSV por acá no los conocían muchos).
El futbolito, el fútbol de chapitas (o su evolución en el fútbol de botones) e incluso la canchita de clavos bastaban para que los niños se jugarán sus partidos y los relataran imitando primero a Solé, y luego a Victor Hugo, Kesman o el relator de turno.
No había necesidad de reservar una cancha de fútbol 5 para hacer un picado, la calle e incluso la pelota de trapo bastaban para armar un tarde futbolera en la que los equipos de la cuadra jugaban por el honor de ser el mejor del barrio.

Cambios, nostalgia, recuerdos. Muchas cosas. Para terminar esta reseña y como aficionado del fútbol los que más añoro son los festejos de clubes en 18 de julio. Los hinchas subidos a la Plazas y las banderas y bocinas copando nuestra principal avenida. El año pasado, la celeste se puso al día y nos devolvió la alegría, ahora falta que los clubes vuelvan por sus fueros y nos permitan disfrutar de logros importantes. Al fin y al cabo no sólo de recuerdos se vive y esos posters de Diego Aguirre y el Hugo de León levantando las copas ya es hora de que sean acompañados …

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